Perder a un ser querido es una experiencia de la que nadie se encuentra exento, y el duelo es un proceso que nos desafía a enfrentar la pérdida. La muerte de un animal no es diferente a la de un ser humano, y atravesarla es igual de difícil. En el marco de esta situación, DCH dialogó con la licenciada en Psicología M.P. 1153, Vanesa Romina Escobar.
«El duelo tiene lugar cuando perdemos algo: a una persona, una mascota, una relación, una posición, un trabajo, una rutina o un objeto», explicó Escobar, y agregó: «Hablar de duelo es hablar de pérdida». Asimismo, comentó que existen diferentes tipos de duelo: normal, anticipado, sin resolver, retardado y patológico. A su vez, estos dependen de dos circunstancias: si fue inesperado o esperado.
Actualmente, muchas personas consideran a sus mascotas como parte de su familia, y por ello el duelo tras la partida es similar al que atravesamos cuando perdemos a un familiar, a una pareja o a un amigo. Por ello, lo principal es visibilizar el dolor y afrontarlo, ya que, aún hoy, existe un estigma que minimiza la importancia del duelo por un animal. «La cultura influye de forma importante en cómo se conceptualiza, por ejemplo, la muerte y, por tanto, en cómo se lidia con ella», señaló la profesional.
Por otro lado, Escobar enfatizó que el entorno de cada uno influye en la manera de aceptar la pérdida. «Cada cultura tiene su propio enfoque para lidiar con una pérdida, y, aunque esta puede estar más o menos estandarizada, la mayoría involucra un núcleo de entendimientos, creencias espirituales, rituales, expectativas y etiquetas», aseguró. Por ello, es importante tener el espacio para hablar, porque es una parte fundamental del proceso de duelo. El duelo se caracteriza por cinco etapas: negación, ira, negociación, desesperanza/desánimo y aceptación. La primera de ellas es un mecanismo de defensa por el cual nuestro cerebro nos dice que la pérdida no está ocurriendo. La siguiente implica enojarse como modo de protección ante la verdad. Luego viene la etapa en la que nos culpamos o pensamos en formas de recuperar a nuestra mascota, y sigue con la angustia máxima por la partida, donde todo nos recuerda a la pérdida. Por último, llega la aceptación: aceptar la muerte y lograr continuar con la vida, aunque cada tanto los recordemos.
Sin embargo, Escobar relató que «es un proceso único; no hay universalidad». En esta línea, agregó: «No hay dos personas que lo vivencien de la misma forma». De tal manera, también explicó que no es un proceso dinámico y activo. «Varía en diferentes momentos y no es estático. Una persona atraviesa diferentes estadios y etapas a través del duelo, lo cual produce cambios a nivel emocional, cognitivo y conductual», remarcó.
Por otro lado, una misma persona vivencia diferentes duelos a lo largo de su vida y no reacciona de la misma manera a todos ellos. Todo depende de distintos factores. «El duelo es una respuesta adaptativa, y justamente esta función de adaptación es lo que permite a la persona continuar con su vida pese a la pérdida sufrida», expresó.
Por último, al ser consultada si es correcto mantenerse ocupados para evitar el proceso, la psicóloga respondió: «Mantenerse ocupado con actividades puede ayudar a distraerse temporalmente del dolor y la tristeza; proporcionar un sentido de propósito y control; facilitar la transición hacia una nueva rutina. Sin embargo, evitar el duelo no hace que desaparezca, solo lo pospone; no confrontar las emociones puede prolongar el proceso de duelo. Es importante permitirse sentir y procesar las emociones para sanar».
En relación al duelo por una mascota, hay países como Chile donde sus diputados presentaron el proyecto de ley denominado «Ley Duque», en honor a la mascota de José Antonio Neme, un reconocido presentador, con la que buscan establecer un «permiso especial» para los trabajadores, niños y adolescentes que necesiten llorar la muerte de sus animales de compañía.
Lara Robledo para DCH