“Cuando empecé con la escultura -cuenta-, la gente del pueblo me empezó a llevar hierros, chatarra. Mi mamá me quería matar”.
“Empecé a averiguar cuánto calza, su estatura, imprimir fotos. Mientras tanto, tenía que seguir con otros trabajos”, relató el escultor herrero.
“Desde que empecé a armar las primeras partes hasta que lo terminé habrán pasado seis meses. Hoy ya está terminado”, dijo orgulloso el artista.
En este sentido, el herrero también opinó sobre el arte contemporáneo y la manipulación de la chatarra: “Los libros y la academia dicen que el arte con chatarra implica dejar los hierros sin tratamiento y si es posible dejar que se oxiden. Yo con esta escultura quise lucir el hierro, por lo que lo pulí y barnicé. Así quedó un hierro brillante. Incluso dicen que no hay que pintarlo y yo le pinté las franjas celestes de la camiseta argentina”.




