El Papa Francisco proclamó beato a Juan Pablo I, el pontífice que murió 33 días después de ser elegido

Tras aprobarse un milagro de Juan Pablo I, el Papa Francisco lo beatificó en un acto a 44 años de su fallecimiento. El sumo pontífice tuvo uno de los mandatos más breve de la historia.

Este domingo, el Papa Francisco llevó adelante una ceremonia especial para beatificar a Juan Pablo I, el sumo pontífice que estuvo sentado en el trono de San Pedro durante 33 días. Es así que el acto se realizó luego de aprobarse un milagro en el cual una joven mejoró en su salud por intercesión luego que su madre le rezó.

Cabe recordar que el Papa Juan Pablo I, que se llamaba Albino Luciani, murió en la madrugada del 29 de septiembre de 1978, cuando una monja encontró su cuerpo sin vida. Luego, se confirmó que la causa de su fallecimiento fue un infarto, aunque el hecho provocó que se difundan todo tipo de teorías para explicarlo.

Además, solo estuvo poco más de 30 días gobernando, lo que generó las distintas hipótesis alrededor de su muerte. Juan Pablo I, también conocido como ‘Papa de la sonrisa, fue nombrado sumo pontífice el 26 de agosto de 1978 y 33 días después lo encontraron sin vida en su cama.

Tenía 65 años, su mandato fue uno de los más breves en la historia y también se convirtió en el último italiano que fue elegido Papa. Luego de su fallecimiento, se destacó una intervención divina, “el primero de los milagros argentinos”, cuando una joven comenzó a recuperarse de un complicado estado de salud.

Se trató de Candela Giarda, que fue diagnosticada con síndrome epiléptico por infección febril y en 2011 los médicos pensaron que podría morir pronto. Junto con su mamá, Roxana Sosa, vivían en Paraná, Entre Ríos y la mujer decidió rezarle a Juan Pablo I luego que un sacerdote de la iglesia local se lo recomendara.

Fue entonces que la menor de edad comenzó a recuperarse, sin que los doctores tuvieran explicación y entonces se consideró un milagro de quien fue el sumo pontífice. En el acto de beatificación, ambas quisieron estar presentes para agradecer la intervención divina, aunque no pudieron viajar.

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