Sàenz Peña : “El difícil y duro trabajo del Ladrillero”

 

La ladrillaría es uno de los oficios más antiguos, fruto de la tierra, el trabajo, el fuego y del alma de los ladrilleros.
En Sáenz Peña, estas fábricas artesanales se ubican en diferentes zonas y algunas tienen hasta 30 años de historia: “los hijos”, según se auto-describen, ya nacieron ladrilleros.

“En su mayoría las ladrillerías son emprendimiento familiar, porque no es un oficio para hacerse millonario sino un modo de vida, para contar con un ingreso», comento a nuestro medio Enrique Coronel encargado de una de las ladrillerias de la zona Este de la ciudad, de calle 27 y Ruta 95 entrando hacia el Este a unos 300 metros.

«Así empezamos nosotros. Mis familiares hace más de 30 años que son ladrilleros, y yo ya nací ladrillero», alentó.
Las tareas inician alrededor de las 6 am y se extienden a veces hasta las 17 hs aproximadamente o más.

El trabajo manual para la elaboración del ladrillo, comienza con la quema y armado del horno, lo cual demanda de más horas de trabajo, desde las 7 hasta las 17. Y además, cuando se quema el horno, se trabajan 24 horas completas «porque no hay descanso».

«El proceso es bastante largo, porque se empieza con el barro para hacer el adobe. Después, para el secado del adobe se lo deja en la cancha dependiendo del clima porque en verano puede estar dos días, pero en invierno, hasta una semana puede estar ahí tirado hasta que se levanta y se apila», subrayó el ladrillero.

«Luego del apilado y secado, se arma el horno, cuestión que también lleva hasta tres días de armado y la quemada suma hasta cuatro días más, hasta que tenemos el producto terminado», completó.

«La producción de ladrillos es relativa, hay meses que se produce un horno de 20 mil y otros en los que se produce 0. Según si llueve o no, porque trabajamos a la intemperie». Comentò Enrique

Las actividades demandan del trabajo de hasta tres o cuatro personas por tarea, pero es una labor informal. «Si ellos tienen otras changas, a veces hacen otras cosas y después vienen», comentó.

Pero según reveló el ladrillero, después del arduo trabajo que demanda la elaboración, «viene lo más difícil que es venderlo».

Los 1.000 ladrillos sacados del horno cuestan 3.500 pesos, puesto en obra y $2800 en el horno.

«No se obtiene un buen precio por el ladrillo, porque a pesar del trabajo que implica, no está bien remunerado», advirtió el trabajador.

«No es solo hacerlo porque el asunto ahora está en la venta y en este momento no está tan fácil para venderlo», lamentó Coronel.

Cuánta razón tienen estas palabras para el duro oficio de ladrillero, un oficio que no conoce de feriados, fríos, vientos, lluvia o fiestas. Para ellos todos los días son iguales con frio o calor, llueva o truene.
“Los comienzos fueron duros, difícil y complicado la vida laboral del ladrillero, es un oficio que no conoce de horarios, días patriotas, feriados o inclemencias del tiempo, y muchas veces deben rehacer sus trabajos por cuestiones insólitas e insospechadas.
La vida de un ladrillero es muy dura, casi inhumana de sol a sol, sin parar para el ladrillero no hay descanso, llueve o caiga piedras tenemos que estar”. Sentencio el ladrillero

La ladrillaría de calle 27 y Ruta 95 trabaja en un terreno que es alquilado, (sobre antena claro) y comercializa a través de la venta directa a particulares y realiza entregas en obras.
Los interesados en contactarla pueden comunicarse al 3644 896574. Enrique Coronel de Oficio ladrillero

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