
El macrismo deja el club luego de 24 años derrotado por Riquelme y Ameal, dos que en su momento fueron parte y se le convirtieron en la peor pesadilla. Este oficialismo se va con superávit pero con una promesa incumplida…
Fue el 3 de diciembre de 1995. Esa tarde, Boca perdió 6 a 4 con Racing y se despidió de un título que tenía en la mano: llegó a sacarle seis puntos al Vélez de Bianchi. Pero aquel día, igualmente, empezaba una era en el club: el macrismo. Mauricio Macri vencía con el 62% de los votos a la fórmula Alegre-Heller y construiría un poder que mantendría por 12 años y que lo catapultaría, primero, al gobierno de la Ciudad y luego, nada menos, a la presidencia de la Nación. Ironía del destino, el 2019 no sólo lo dejó sin el sillón de Rivadavia sino además sin su aura (siempre presente) en el sillón de Brandsen 805. La derrota del oficialismo le pone, entonces, fin a una etapa.
Esta vez, el macrismo sabía que iba a tener su elección más compleja y así fue. Después de ocho años de Angelici, la decepción por los resultados deportivos con promesa incumplida de títulos internacionales en ocho años vencieron al superávit operativo récord y la decisión de Román de jugar para la oposición, fueron demasiado para Christian Gribaudo, un candidato que llegó a la elección algo debilitado por las alianzas que el oficialismo quiso construir para mantener el poder.
Esta vez, incluso, ni siquiera el peso que Macri siempre tuvo en el club fue suficiente: si bien no aceptó ser parte de la elección (algo que en un momento se rumoreó), sí jugó por afuera: fue quien llamó a Riquelme para que arreglara primero con Angelici y también el que contactó a José Beraldi, el otro candidato opositor, para que se uniera al oficialismo.
Ahora, sólo queda definir cuándo será el cambio de mando. Si el 13 de diciembre, después del día del hincha de Boca, o el lunes 16. Como fuere, será un fin de año bien diferente para el club. Al fin de cuentas, es el fin de una era…